Lo que no puede ser, no puede ser y, además, es imposible. No sé de quién es esta frase que seguramente me aclararía la Wikipedia. Y esa es la cuestión. Tuve que pensarlo antes de embarcarme en esta pequeña aventura, aunque no me arrepiento de nada. Todas las experiencias son buenas y enriquecedoras. Un amigo, ya me lo advirtió hace mucho tiempo: Hay muchas cosas que leer en Internet. Como para leer lo que tú escribas… se supone que tuvo que apostillar. Lo que sí hice desde aquel momento fue poner entre comillas lo de amigo… tan claramente se expresó…
Lo cierto y verdad es que han transcurrido treinta días desde que publiqué el último post. Treinta días en los que no he recibido de familiares, amigos y conocidos ninguna nota en la que se aprecie que echan de menos la actividad que dedicaba al blog. Saben que no me ha arrollado ningún tren. Olvidando la efectividad de un contador de visitas o dejando a un lado el estímulo que supone la presencia de comentarios, el experimento pasivo que puse en marcha hace un mes ha dado el resultado que esperaba.
Me tomo unas vacaciones indefinidas. La carcoma ha hecho acto de presencia en uno de mis muebles y he hecho lo posible por dejarla inoperante. Si la carcoma comunicativa que pueda albergar en mi inconsciente llegara a asomar, no le pondría trabas como a la de la madera… pero me temo que aquello que dice que no hay dos sin tres, no se cumpla en mi caso. Ya es el segundo blog que paralizo.
Gracias, gracias a todos los que en algún momento habéis estado ahí. No echo la culpa a ninguno, a nadie en particular, incluidos los que nunca dijeron ni mu. Lo entiendo perfectamente… aunque no lo comparta… como es natural. Gracias, y ya sabéis donde estoy. Lo cortés no quita lo valiente.
